Llega el último tramo del campeonato y nada de lo que se vio en la fase de liguilla ha podido desmentir las primeras impresiones. No ha habido grandes sorpresas; tal vez la única es la precoz eliminación de los anfitriones, grandes favoritos. Otra cosa es aceptar que los cuatro que han llegado al fin de fiesta lo hayan hecho con iguales merecimientos.
Francia e Inglaterra han decepcionado, pero están ahí. Francia no ha marcado ni un solo gol de jugada y sus partidos han sido soporíferos. Inglaterra representa las cenizas del tiqui-taca; mucho sobeteo de balón y poca contundencia en el área rival. Países Bajos ha ido de menos a más con un juego muy notable, en la línea del habitual buen fútbol de esta selección de finales perdidas. Y España..., ay España.
Nuestra selección no estaba entre las favoritas, reconozcámoslo. El único argumento para considerarla aspirante al título era que, junto a Alemania, era la que más Eurocopas tenía, tres. A mí me ha sorprendido porque en cada partido ha tirado de recursos y neutralizado a los rivales, sufriendo cuando se tenía que sufrir y desplegando un juego eficaz: buenos extremos, buenos lanzadores desde fuera del área, excelente portero y una defensa correcta. Suficiente para creer que al cuarto título le falta menos para llegar.
Pero no olvidemos que hablamos de fútbol.