Carlos del Pozo

La vida en una página

Retiradas

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En una misma semana se han retirado de la competición profesional Andrés Iniesta y Rafa Nadal, dos de los deportistas más grandes de la historia del deporte español. El futbolista, amén de lograr el gol que nos dio la única Copa del Mundo, ha sido un auténtico prestidigitador de la pelota y un tipo honesto, humilde y admirado en todos los campos rivales. El tenista de Manacor ha gobernado el mundo de la raqueta durante dos décadas y son legión quienes le señalan como el mejor deportista español de todos los tiempos. El reparo que uno les pondría a ambos, tal vez, es que se han retirado un poco tarde. Iniesta jugando los últimos años en competiciones asiáticas poco prestigiosas y con un interés meramente crematístico, y Nadal luchando contra las lesiones causadas por tantos años a un nivel superlativo hasta que el cuerpo ha dicho basta. Pero eso no empaña la profunda admiración que suscitan en todo el mundo cuando sus nombres son mencionados.
Al deportista, siempre dependiendo de cada disciplina, suele llegarle el ocaso cuando frisa los cuarenta años. Pero, y a un actor ¿cuándo le llega la hora de la retirada? La mayoría de ellos sueña con morir sobre un escenario. La semana pasada mi hijo Víctor fue al Teatro Romea de Barcelona a ver la última obra de Juan Mayorga, La colección. La gira de la compañía acabará en la primavera del año que viene, con actuaciones por todo el país. Lo curioso es que esa obra está protagonizada por José Sacristán, que tiene ochenta y siete años, algo admirable sobre todo si tenemos en cuenta que el de Chinchón se sube al escenario cada noche durante cerca de dos horas. Igual puede decirse de Nuria Espert, a quien en el mismo Romea vi actuar no hace mucho -eso sí, en una silla de ruedas la mayor parte de la función- en La isla del aire con sus ochenta y nueve primaveras a cuestas.
Hay quienes nunca se retiran, como los cómicos, y quienes lo hacen varias veces a lo largo de su carrera profesional. Es el caso de los toreros. No hay buen torero que se precie sin unas cuantas retiradas jalonando sus biografías. Lo de cortarse la coleta es una frase hecha porque, baste con dejarla crecer, para volver a cortársela al cabo de unos años. Algunos yo recuerdo que seguían toreando encanecidos y barrigones después de retirarse varias veces, como Antoñete o Curro Romero, y dando un poquito de pena, la verdad. Aunque en realidad tiene mayor mérito porque cuando el físico comienza a fallar conlleva un mayor componente de riesgo el hecho de ponerse delante de un morlaco.

Todo el mundo habla de retirarse, pero en realidad lo que hacen todos -actores, cantantes, deportistas o toreros- es dejar la profesión. Porque en este país, según el Derecho administrativo, los únicos funcionarios que se retiran son los militares. El resto se jubila o pasa a mejor vida.