Carlos del Pozo

La vida en una página

El actor que siempre parece joven

EGC

Me gustan las autobiografías, sobre todo las de los escritores y las gentes del cine y del teatro. En mi biblioteca tengo un nutrido anaquel dedicado a las memorias de actores, actrices y directores de cine y de teatro. Son vidas fascinantes, y si están bien escritas el interés aumenta. Un poco lo que pasa con estas Memorias de cine, de Emilio Gutiérrez Caba, que Cátedra ha publicado en su colección Signo e Imagen.
Estas memorias cinematográficas del gran actor complementan otras, en donde aborda su faceta teatral -yo creo que superior a la del celuloide- que tituló hace unos años El tiempo heredado, y en las que hace un encendido elogio de las mujeres de su familia, comenzando por su madre, Julia Caba Alba, y siguiendo por sus dos hermanas, Irene y Julia, inconmensurables actrices.
Leyendo estas memorias uno se da cuenta de que el cine, a diferencia del teatro, no ha sido demasiado generoso con Gutiérrez Caba. Eso me recuerda a María Barranco en Mujeres al borde de un ataque de nervios cuando se queja, tras ser abandonada por su novio iraní, de que el mundo árabe no se ha portado bien con ella. Es cierto que en su filmografía aparecen títulos fundamentales del cine español como La caza, Nueve cartas a Berta, La petición, El cielo abierto y La comunidad -por estas dos últimas obtuvo sendos Goyas-, pero al mismo tiempo su currículum se llena de películas comerciales, algunas de ellas deleznables, en las que sin embargo supo mantener el tipo y dio vida con decencia a personajes delirantes. Tampoco ha aparecido en buenas películas encarnando papeles de relevancia, y casi siempre sus colaboraciones en esas películas son prácticamente testimoniales.
Hay que entender -y ello se deduce de lo que el actor nos explica- que muchas de esas malas películas las rodó con una finalidad puramente alimenticia, sobre todo en épocas en que no tenía ofertas teatrales, que es el mundo que en realidad le es más propio. Pero es una pena porque hay actores mediocres que han protagonizado buenas películas y otros como Gutiérrez Caba cuyos buenos registros se cuentan con los dedos de las manos.
Del libro destaca la magnitud del archivo del actor, que recuerda a la perfección detalles de los rodajes de una manera más que minuciosa. También su gran compañerismo y su admiración por casi todos los actores y actrices que trabajaron con él. En lo que a su vida personal atañe, al principio sí detalla sus relaciones con Elsa Baeza y con la italiana Pier Angeli, diez años mayor que él, pero después habla de sus reveses sentimentales sin ponerles nombres ni apellidos. El nombre de Diana Polakov ni aparece; fue la única persona con quien se casó, aunque se separaron un mes después. Seguramente no importa mucho.
Son unas memorias sinceras, bien documentadas y, sobre todo, muy bien escritas. Y dan la idea de que no sólo estamos ante un inmenso actor, sino también ante un notable escritor. Acaba de cumplir ochenta y dos años y uno tiene la sensación de que le queda cuerda para rato.